jueves, 25 de abril de 2013


¡AUXILIO! NECESITO UN PSICÓLOGO!

Padre: Hola, vengo a una cita… sí con el psicólogo tal. Muchas gracias. 
Hola qué tal, vengo a consultarle porque me preocupa mucho las actitudes de mis hijos adolescentes. A varios de ellos les atrae lo prohibido, ya sabes: el consumo de drogas en grupo, las relaciones sexuales, los delitos, la violencia física… Pero, la verdad, es que no sé cómo educar a mis hijos ante esta presión de grupo. Dígame, ¿qué puedo hacer?
Psicólogo: No se preocupe. Lo importante no es encontrar una respuesta rápida y sencilla. El asunto es más complejo de lo que se imagina. A ver, dígame, ¿usted recuerda cuando era joven y le atraía lo prohibido?
Padre: Sí, claro. Bueno, más o menos, lo que recuerdo es esa fascinación que sentía hacia el reto que me ponía a prueba como hombre, por ejemplo, ser el más fuerte, valiente entre varios de mis amigos. Recuerdo en el peligro que nos poníamos al conducir una motocicleta a toda velocidad o tomar hasta emborracharnos para demostrarme a mí mismo que podía saltar los límites de la vida y la muerte. 
Psicólogo: ¿Y por qué lo hacía?
Padre: Porque… pues la verdad por aquello que dicen “fruta prohibida, más apetecida; cosa vedada, más deseada”. Sentía que la restricción de los mayores limitaban nuestra libertad.  Quería experimentar esa sensación de ser libre. 
Psicólogo: Y dígame, ¿No es lo mismo que sienten ahora sus hijos ante sus prohibiciones?
Padre: Quizá, pero la experiencia me ha enseñado que las drogas tienen efectos irreparables para el cerebro, las relaciones sexuales tienen consecuencias como un embarazo no previsto o ser infectado, y cometer delitos y violencia atentan contra los derechos de los demás y los puede llevar a prisión, al manicomio o incluso a la muerte.  La verdad creo que no vale la pena. 

Psicólogo: ¿Y quién cree que usted que tiene autoridad para decretar tal prohibición?
Padre:  Pues en primer lugar Dios,  como creador de la tierra nos dio a cada uno la propia consciencia para distinguir entre el bien y el mal; el estado que se preocupa de que sean ciudadanos responsables, comprometidos y saludables; los maestros quienes les enseñan a pensar y por supuesto nosotros que los amamos y nos preocupa su bienestar físico y espiritual. 
Psicólogo: ¿Y por qué cree usted esto?
Padre: Porque no quiero que mis hijos se conviertan en presas de la manipulaciones, chantajes, falacias. Me interesa que expresen lo que quieren y que tengan criterios para distinguir entre lo que es bueno y malo.
Psicólogo: ¿Y qué relación cree usted que exista entre el contenido de la prohibición y la naturaleza de los deseos humanos?, es decir, ¿por qué habría que prohibir algo que todos quieren: como el poder, el dinero, el placer, la sensualidad, el prestigio social, la propia imagen, la diversión etc?
Padre: La verdad no quiero parecer autoritarista, retrógrado o moralista, pero por otro lado me parece importante que se esfuercen por conocer la verdad con su inteligencia y a elegir el bien con su voluntad. Sin embargo, aquí entra la libertad, porque no basta conocer la verdad para actuar en consecuencia. Y aquí está el dilema entre ser un valiente o un temerario. 
Psicólogo: Exacto, podría ser… pero qué crees que es lo más importante. Dime para ti ¿qué riesgos notas cuando les das libertad?
Padre: Por experiencia que es más fácil hacer el mal y caer en errores irreversibles o mortales, por eso considero prudente poner algunos límites y no lamenten después errores irreversibles que los hagan sufrir y arrepentirse.
Psicólogo: ¿Cómo cuáles?
Padre: Como el consumo de drogas, el sexo, los delitos, la violencia física, el acoso, etc. 
Me parece que estas actitudes no sólo los pone en riesgo de su salud física sino también mental. 
Psicólogo: ¿Y por qué las considera riesgosas en esa edad?
Padre: Porque no creo que sean conscientes de las elecciones que hacen. Muchas veces lo hacen por capricho o por los sentimientos. Pienso que es una etapa crucial en las decisiones de los que son y lo que quieren ser en un futuro.  Me gustaría que eligieran decisiones constructivas en lugar de riesgosas. 
Psicólogo: Ah, sí?
Padre: Sí, muchas veces me da la impresión que los jóvenes pueden sentirse acomplejados por no tener criterios ante presiones de grupo, de quien tiene el poder o de quien les quien les quiere vender todo. 
Psicólogo: ¿Y cómo lograr decisiones libres, es decir, una decisión de lo bueno y lo verdadero?

Padre: Pues sólo veo una salida: que tengan su propia personalidad, es decir, capacidad de decir que no por decisión propia y no por miedo a que se burlen o se sientan raros frente al grupo de amigos. 
Psicólogo: ¿Qué propones?
Padre: Como padre darle buen ejemplo, que vean los valores vividos agradables, no acartonados ni autoritarios, sino más bien, que experimenten la alegría surgida del esfuerzo de haber leído un buen libro, de haber podido decir “no” y alejarse de quien no vale la pena, poder sacrificar una fiesta para preparar un examen o interesarse por los problemas sociales de un pueblo. 
Psicológo: Pues ahí lo tienes, tú mismo tienes las respuestas a tus preguntas. Recuerda que también esto depende de la edad y circunstancias de cada uno de tus hijos. No te des por vencido y recuerda que estoy aquí para escucharte. 

Padre: Muchas gracias por todo… Hasta pronto.