Aristóteles afirmó: “El hombre desea por naturaleza
conocer”. Sin embargo, la historia de la búsqueda de la verdad se ha convertido
en el culto a la espontaneidad. “Me
nace”, el impulso del momento ahora es el parámetro de conducta. Ser espontáneo
es ser auténtico, tener certeza es tener la verdad. ¿Cómo se volvió inútil,
insulsa y estéril la palabra verdad?
Del problema de la
verdad al problema de la certeza
En la antigua Grecia en el siglo VI a.C los griegos
se preguntaron por el principio (arjé), a quienes ya no les satisfacían una
narración mitológica, sino una explicación racional. Aristóteles distingue
entre: doxa (opinión); episteme (conocimiento cierto por causas).
En el Siglo XVII Descartes se preguntó: ¿Cómo puedo
estar seguro del conocimiento yo? La duda metódica, “si dudo, luego pienso, si
pienso luego existo” le llevó a la única certeza posible: la afirmación del yo.
En el Siglo XVIII, Kant distinguió entre el noúmeno
y fenómeno (ámbito de mi percepción). La verdad queda inalcanzable. Lo que las
cosas son en sí, no pueden ser conocidas.
En el Siglo XX, Heidegger afirma: “La filosofía se
ha olvidado del ser”, junto con Husserl (quien da inicio de la fenomenología).
La experiencia del ser-ahí o , el ser que se revela es la autenticidad.
La cultura pop (del 68) dejar que aparezca lo que tengo por dentro. John
Lennon. . La autenticidad se convierte así en espontaneidad.
Para Freud explica la dicotomía entre mis deseos (yo)
y los mandatos de otros (super yo) como un desbalance, donde la única manera de
ser libre es quitar toda esa represión. La libertad es descartar la autoridad. Federico Nietzsche dice que la moral cristiana es un
platonismo de segunda categoría, para las masas, para los ignorantes y los
esclavos. Hay dos morales: de los señores y de los esclavos. Los señores no
suplican, no justifican, sólo se dejan fluir por el impetuoso torrente de la
vida. El libre es el que cede los caprichos.
Así a lo largo de la historia esa búsqueda de la
verdad o sabiduría pasa a buscar las certezas. Sartre privilegia la existencia
y luego la esencia. Deja que yo sea, y luego descubrirás quién soy yo.
La consolidación del sujeto como único de la
sociedad. La certeza queda asegurada en la ciencia; la autenticidad queda
asegurada en la espontaneidad del yo. La ciencia en el terreno de la
objetividad pura. Una vez que la ciencia ha quedado como árbitro único.
Nuestra sociedad vive con la ciencia como árbitro.
La certeza no necesariamente coincide con la autenticidad. Se dan dos verdades:
una externa (objetividad) y otra interna (subjetividad). Vivimos en una
sociedad intrínsecamente esquizofrénica. La verdad externa, <científica> constata hechos. Habla
del ser, pero no puede establecer un deber ser. La ciencia de suyo no puede
producir una ética, porque la ciencia constata el ser.
La ciencia descarta la experiencia de los valores
como la verdad, la belleza, la bondad y la unidad al no poder demostrarlos
experimentalmente. Para el universo le es indiferente mis acciones morales y mi
existencia. Hay un vacío ético. La verdad extrínseca constata hechos. La verdad
interna constata deseos. “Soy una mujer encerrada en un hombre”. Habla del
querer ser pero no habla de un deber ser.
“El hombre es la medida de todas las cosas” afirmaba
Protágoras. Así como los antiguos sofistas eran capaces de convencer de
verdades contradictoras, así ahora el queda a merced a los
caprichos de las cámaras legislativas de cada país. Lo legal pasa a ser norma.
Lo legal es convencional, es puro derecho positivo. Muchas veces las leyes
llegan a ser contradictorias entre ellas mismas y entre los países.
En el mundo esquizofrénico (realidades
contradicciones) no existe el bien objetivo. ¿Es un bien objetivo la vida? No.
La vida es una carga, una desgracia, un desprograme, una amargura, una
carcajada a medias, una nausea… La vida es un molino que nos tritura tarde o
temprano. no le dice nada bueno. La palabra
matrimonio es una desgracia para muchas personas.
El deber ser es un juguete en una cámara
legislativa, lo único que interesa es la mayoría. Ético es lo legal. La ciencia
nos da la tecnología; la verdad intrínseca provee fines. Ni el progreso ni la
democracia rinde cuentas a nadie más.
Si tu dejas que fluya tu espontaneidad. La supuesta
originalidad nos la venden empacada. Sé original utiliza esto. Sin embargo, la
tecnología no asegura una felicidad ni una plenitud. La subjetividad no tiene
un fin, sino dictado por el último libro, película o la moda.
Así, experimentamos dos vacíos: ético y de fines. No
sé cómo vivir ni para dónde tengo que ir. El vacío de fines y significado
convierte al ser humano en un caleidoscopio de imágenes de sí mismo incapaz de
escoger. El ser mismo ha quedado fractura. Si me estoy reinventado no sé realmente
quién soy.
La libertad es la proclamación. La libertad
desligada de la verdad. El absoluto de la voluntad de la tarea de buscar la
verdad. La verdad no existe. El laicismo privilegia la decisión en sí misma.
Guerra semántica
Con esta idea de que ser verdadero es ser espontáneo
y ser libre es seguir el instinto. Esto no reitera la pregunta: ¿Nosotros qué
hacemos? Aprender el sentido de palabras y secuestrando las palabras. La
batalla es muy antigua, y la batalla semántica. Debemos distinguir dos tipos de
palabras que utilizan frecuentemente: las “bandera” y las “dragón”. Ambas son
palabras con las quieren asustarnos, someternos e impiden todo diálogo o
razonamiento.
Ejemplos de palabras bandera: libertad, democracia,
decisión, derechos, tolerancia, igualdad, inclusión, autenticidad, progreso,
siglo XXI, librepensador.
Ejemplos de palabras dragón: patriarcado,
autoritarismo, retrógrada, hipocresía, fanatismo, discriminación, fanático, fundamentalista,
opresión, hipocresía.