Un profesor argentino Alejandro Vigo nos explicaba: el trabajo del filósofo no consiste en discutir simplemente cuestiones políticas o culturales, en una charla de café, sólo para impresionar. El filósofo desempeña un trabajo que implica disciplina, orden, rigor, constancia como cualquier otra profesión: como el arquitecto, el médico o el ingeniero.
Cada frase debe estar sustentada, fundamentada y bien terminada. Para el filósofo importan los
puntos y seguidos, las comas, las mayúsculas y los acentos. No es cosa baladí
que el autor se esmere en cuidar los detalles; las citas bien hechas.
La profesión filosófica también requiere el arte de argumentar, distinguir
las falacias lógicas, evitar sustentar una frase con la mera experiencia
personal para llegar a los universales. El filósofo no fabrica un
mundo de las ideas que no tiene nada que ver con la realidad; sino justamente
al revés: percibe un problema concreto y busca el porqué o la causa universal
que no sólo explica ese caso, sino varios.
Conocer algo de historia es imprescindible para quien quiera
opinar sobre el tema. "Y sin embargo se mueve…" jamás lo dijo
Galileo, y tampoco fue quemado en una hoguera; la teoría de Maltus fue superada
tanto por economistas como sociólogos posteriores a él; Darwin dejó varios
eslabones perdidos; Freud no logró demostrar cuantitativamente sus
experimentos; Colón no pretendía llegar a América, la teoría de Compte no
explica del todo las realidad mítica-religiosa y filosóficas en la actualidad;
Rousseau partió de un supuesto contrario al sentido común; el comunismo de Marx
murió por muerte natural; Copérnico no logró probar matemáticamente su teoría
heliocéntrica en su momento; la teoría de Newton se desmintió en el universo a
nivel micro y macro. Y así podría seguir con varios genios que cambiaron
nuestra historia pero que no fueron científicos en
su sentido más pleno y estricto.
Mi propuesta no es meramente académica. No pretendo
que todos escriban bajo el esquema aprobado por una burocracia intelectual del paper.
Si todos fueran evaluados así, los diálogos de Platón, los escritos de Cicerón
y el Génesis estarían reprobados bajo este dictamen riguroso, unívoco y
convencional. El ensayo, el cuento, el mito y demás estilos son válidos porque
explican una cuestión invisible pero tan real con el recurso de la imaginación.
Toda la mitología griega, el cine y la poesía utilizaron el recurso de la
metáfora para entender la complejidad de las pasiones, la muerte y la moral del
ser humano.
Enseña Aristóteles que la ciencia es un conocimiento cierto por
las causas[1];
la ciencia experimental desde la causalidad próxima o experimental; la
sabiduría desde la metáfora. El anciano, el místico y el poeta son quienes
mejor nos explican el misterio de la vida, el universo y de nosotros mismos.
Leer, evaluar, reflexionar; y sobre todo escuchar a un autor o a un
interlocutor se torna más significativo dar una opinión políticamente correcta,
ideológica o meramente personal y; ésta es justamente la tarea del filósofo.