jueves, 24 de julio de 2014

¿Dios: religión o religiones?

Muchos piensan: ¡No necesito a Dios, me basto a mí mismo para ser bueno y dichoso en esta vida que es lo único que tengo! Otros dicen: los seres humanos no necesito una religión, es decir, estar unidos a Dios para actuar bien. Ambos están de acuerdo que sólo los débiles de mente o de carácter creen o necesitan de un Dios. Como ya bien decía Nietzsche: la moral de los cristiano es una moral de los débiles.

Sin embargo, Dios no es creación mental de nuestros anhelos o sentimientos vacíos. En la naturaleza vemos orden, tendencias e información que descartan la idea que todo provino del azar, la casualidad, la nada o el absurdo. Si hay orden tuvo que haber un autor de este orden.  Los antiguos griegos llegaron a esta conclusión una vez que dejaron de pensar con base en la magia, la superstición y comenzaron a utilizar su razón.

Para Sócrates el monoteísmo justificaba la existencia de la justicia después de la muerte, pues no podía creer que la injusticia de los hombres de su tiempo se quedara sin una respuesta. También Kant afirma que las estrellas del cielo y la moral en su corazón reclamaban la existencia de Dios.
Ahora bien, ¿es posible que alguien crea en Dios y tenga  el deseo de actuar correctamente para formar su propia religión?

Los grandes fundadores de las religiones más conocidas no se declararon como objetos (o sujeto en este caso) de la verdad sino meros guías a la verdad. Mahoma se declaró profeta, Buda se conoce como un sabio, pero sólo Jesucristo se declara Dios. Sólo Cristo afirma que Él es el camino, la Verdad y la Vida, y eso le acarreó incluso  la muerte. Ésta enseñanza de Jesucristo no tuvo buena aceptación por los judíos ni los romanos. 

Como vemos, así como Dios no es un invento de la mente, la religión tampoco es un invento de las culturas: ¿Todas las religiones son lo mismo porque Dios es el mismo? La respuesta es no. Debemos examinar las razones y justificaciones que cada una tiene para afirmar su validez.

Para las religiones orientales buscan una espiritualidad sin Dios y los acuden al fundamentalismo (violencia o proselitismo agresivo) para afirmar sus ideas como única y totalmente verdaderas.Jesucristo afirma que Él es la verdad, pero también lo demuestra su autoridad, palabras, hechos, milagros y muerte. 

Ahora bien, ¿por qué es importante diferenciar entre los cultos verdaderos y los falsos? Por los hechos. Como dice “por sus obras los conocerán”. Así como podemos acceder a Dios por medio de las creaturas (o hechos visibles); así también conocemos la veracidad de una religión por sus frutos (o hechos morales).

Los frutos de Cristo en la iglesia primitiva dejaron huella; la sangre de los primeros cristianos, el testimonio de los mártires y el amor que se tenían entre ellos transformó todo el imperio romano, griego y judío hasta nuestros días.

Ahora bien, estos hechos tristemente contrastan con lo que vemos en nuestro entorno actual de México donde los frutos del cristianismo son: superstición, paganismo, exaltación de los vicios, meros ritos, tradiciones y burocracia.

En México, y en general en latinoamérica se dicen "Católico" por tradición o por medio de una repetición de ritos. Esto incluye desde hacer fiestas de santo patrono con balazos y borracheras (el alcoholismo es fuente de pobreza) hasta optar por prácticas religiosas que aprueben la violencia, como el culto a Malverde y a la Santa Muerte, muestra una relación con Dios sino más bien con los vicios. Las personas vulnerables y poco preparadas están propensas a dejarse engañar por grupos de extorsionadores como "pare de Sufrir" o unirse a cultos destructivos como "Nueva Jerusalén".  


¿Todas las religiones son lo mismo? No. Vivir una fe auténtica en un Dios vivo y encarnado en Jesucristo  nos exige vivir esta fe con obras y éstas obras conforme la justicia, el diálogo, la verdad; y no conforme a la violencia, los vicios, la injusticia. 

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