jueves, 26 de noviembre de 2009

Tabues: una moral sin ética

Con frecuencia las personas vivimos y deambulamos en esta vida con ciertos pensamientos, creencias y opiniones de los que preferimos evitar hablar de ellos por su implicación existencial.

Cualquiera puede hablar de temas comunes como: el clima, el fútbol, la crisis, los lugares públicos, incluso hacer una crítica de arte, pensamiento etc. Sin embargo cuando nos adentramos en temas más profundos, como la muerte, la violencia, el sobrepeso, el estado civil, las clases sociales, la religión e incluso la política que por su naturaleza vulnerable logran incomodar a más de uno en una conversación.

La falta de confianza, de herramientas o de entrenamiento dialógico quizá contribuya significativamente al problema, pues al no reflexionar sobre ciertos temas que nos implican nos quedamos siempre con las mismas dudas, perplejidades y errores, evitando así, enriquecernos de las diferentes opiniones que existen y ahorrándonos así el complicado arte de pensar sobre las costumbres. Como consecuencia repetimos lo que se conoce coloquialmente como tabues o mitos, que la gente va construyendo y transmitiendo de generación en generación y que incluso llegan a formar la identidad, idiosincrasia o cultura de todo un país.

Lenguaje, realidad y pensamiento se co-implican de tal manera en un tabú modificamos primero el lenguaje, luego nuestro pensamiento y finalmente la realidad para acomodarla de tal manera que prácticamente todo sea válido cuando nosotros lo dispongamos y políticamente correcto, es decir, válido y bien visto ante la sociedad. Logrando así no sólo una doble moral sino una triple y cuádruple, en realidad tantas morales como las relativas al momento y situación.

Quién no se ha sentido acomplejado por comentar sobre determinados modales en el comer o en el vestir; e incluso quién a osado regalar un regalo, ¡equivalente a mostrar la total y absoluta falta de sentimientos! Si lo que importa el “qué dirán” que la autenticidad; el cumplimiento de estándares sociales que el amor; el prestigio social que la cultura; el éxito que el esfuerzo; el ser “wannabe” antes que responsable o trabajador; el ser un “librepensador” antes que académico; el divertirse antes que enfrentar el silencio de la soledad; el tener un “pégame pero no me dejes” antes de admitir la soltería; el endeudarse antes que sujetarse a un presupuesto; en resumen: el tener antes que el ser y el aparentar antes que el encontrarse, resultamos ser un simple “producto de la sociedad”.

Y es que quizá todavía no logramos reflexionar sobre nuestra moral, es decir, sobre la bondad o maldad de nuestras costumbres. ¿Por qué entonces no experimentamos el fenómeno, luego reflexionamos y finalmente aprendemos a dialogar?

miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Por qué no comprendemos el amor?

Porque

...quizá la esencia del amor es el riesgo

....quizá la confianza ante la incertidumbre

...quizá la motivación hacia la rutina

...quizá la esperanza ante el dolor

...quizá una hazaña, una aventura, una fortuna o un don

Escribir una tesis


Escribir una tesis es un trabajo lento, solitario y constante... similar al trabajo de las abejas o las hormigas.

Las hormigas van de un lado a otro llevando y trayendo rocas, hojas y migajas, algunas de éstas doblan el tamaño de sus cuerpos. Siguen la trayectoria trazada de una carretera. Caminan con un paso tan firme y seguro que parecería que son incansables. Ellas sólo piensan: “sin prisa pero sin pausa” y siguen trabajando durante toda la jornada laboral.

lunes, 23 de noviembre de 2009

¿Por qué me gusta el pensamiento divergente?

Porque me enseña a escuchar, dialogar y reflexionar

Porque me obliga a pensar de acuerdo a diferentes categorías

Porque me insta a percibir otros aspectos de la realidad que no había visto

Porque me saca totalmente de mis esquemas mentales

Porque incentiva mi imaginación y creatividad

Porque me intriga, incita y critica mi estilo de vida

Porque logra derrumbar la rutina y la mediocridad

Porque llega a ser divertido, entretenido e interesante

Porque sólo así ha avanzado la ciencia y la tecnología

Porque después de las crisis viene el progreso

jueves, 19 de noviembre de 2009

AMOR

Capacidad, impulso, virtud. El amor tiene muchas connotaciones y debido a la complejidad que es tocar el tema de qué es amar y qué no, trataré de ser lo más esquemática posible.

Desde mi perspectiva, amar es un arte, es provocar en otras personas plenitud (física o espiritual) de manera plenamente consciente de lo que estamos haciendo. Amar no es algo sencillo; requiere el uso de sentidos, sentimientos, inteligencia y voluntad. Poniéndolo en perspectiva, todos somos capaces de amar; es sólo cuestión de aprender y practicar.

Amar tiene un lado oscuro: el dolor. Este lado del amor se considera así de negro porque los sentimientos se vuelven vulnerables. El deterioro del amor afectivo da lugar al predominio de los sentimientos contrarios: odio, aversión, tristeza, desesperación e ira. La presencia de estos sentimientos tiende a distanciar a las personas. En esta situación, resulta difícil que la sensualidad se siga orientando hacia la persona por la que se ha perdido el afecto.

Yo englobaría el repertorio de amor en tres grandes grupos: atracción, enamoramiento y trascendencia.

La primera es muy importante. Sin la alegría de la compañía, la utilidad que se proporcionan mutuamente, los anhelos de objetivos comunes y esos pequeños detalles de cariño y sensualidad, el amor fracasaría. Entran en este grupo los ideales, proyectos, ocupaciones, aficiones, intereses de carácter social, científico, político, etc.

Enamoramiento: Algunos no es están conscientes pero el don de sí mismo, en cuanto forma de amor, surge de lo profundo de la persona con una clara visión de los valores y una disponibilidad de la voluntad para entregarse precisamente de esta manera. Aquí no se distingue entre dar y recibir, ambas producen felicidad.

Y por último tenemos la trascendencia que es la capacidad de vivir el amor como hábito o virtud ejercida buscando vivir el amor hacia la otra persona donde el fundamento y sentido de ese amor se encuentra en un Ser superior ambos: Dios

El amor es una necesidad tan antigua como efectiva. Podemos hablar de conexión íntima entre amor y atracción sexual, suficiente o válida para instaurar el matrimonio o una relación duradera. La aparición del enamoramiento vino aparejada del surgimiento del hogar en un mundo industrializado, la división de trabajo entre los sexos y un requerimiento de perdurabilidad. Nuevas generaciones han acuñado otro término para acuñar las relaciones que implican la contingencia y acción frente a la seguridad y la eternidad del amor romántico. Incluyen al erotismo como un elemento decisivo del éxito o fracaso de la relación. Éste presupone la igualdad entre los sexos. No se basa en el matrimonio como institución legal o religiosa. Este amor no es necesariamente monógamo aunque las parejas consideran que así sea.

La libertad está hecha para el amor, pero ésta tiene tiene dos filos: la lucha entre el impulso sexual para la propia satisfacción y la búsqueda del bien para el otro. Si el amor no la emplea esta búsqueda, se convierte precisamente en algo negativo, y hace que el ser humano experimente una sensación de vacío, frustración e incluso odio.

El amor de voluntad sólo aparece cuando el ser humano compromete a la voluntad respecto de otro ser humano en cuanto persona. Semejante compromiso no consiste únicamente en desear con ansia, sino con el constante ejercicio de la vivencia del amor como virtud, porque la voluntad es una potencia creadora, capaz de sacar de sí misma el bien para darlo (benevolencia) e incluso buscar su bien infinito (trascendencia); y no sólo de asimilar un bien ya existente.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Qué es una célula?




Redondeando las cifras, en el organismo humano hay unos 10 billones de células, distribuidas en unos 250 tipos (células nerviosas, sanguíneas, musculares, etc.).

Cada una es una verdadera maravilla e miniatura; contiene en su núcleo toda la información genética, que en los seres humanos se encuentra almacenada en porciones de ADN.

El ADN está estructurado en forma de doble hélice que contiene un azúcar (S), un fosfato (p), y una base nitrogenada (A, C, G, T) (aproximadamente tres mil millones) y vive, por así decirlo, su propia vida: recibe sustancias desde el exterior, las transforma para conseguir la energía que necesita, arroja fuera los desechos, fabrica los componentes que el organismo necesita y los exporta al lugar adecuado, se reproduce mediante procesos en los que, cada vez, el material genético se duplica y se divide. El funcionamiento de una sola célula es algo enormemente sofisticado.

La información está almacenada en la estructura del ADN, y se despliega de acuerdo con las necesidades del organismo, siguiendo planes preestablecidos que incluyen pasos muy sofisticados y una notable coordinación. La mayoría hace llegar la información a su destino a través de intermediarios. Después, en un proceso denominado transducción de señales, los receptores, que abarcan el espesor de la membrana, transmiten a su vez la información a una serie de emisarios intracelulares que, por fin las pasan a los ejecutores finales. Así todo el organismo se construye siguiendo la información contenida en el ADN.

Dicha organización es especialmente fuerte en los sistemas centrales que son substancias en sentido estricto, ya que poseen como un de su organización y, por tanto, una mayor unidad estructural y dinámica.Por lo tanto, se puede decir que informar o dar forma es proporcionar al ente un orden o una organización que le va a distinguir de otros y lo va a definir. Concepto vislumbrado también por Aristóteles.

Estos sistemas unitarios no son ni pura exterioridad ni pura interioridad. Entre estos dos aspectos de los sistemas naturales existe, además, una auténtica proporcionalidad.

Artigas (1999, p. 148)

jueves, 12 de noviembre de 2009

Siglo de las células

“El matrimonio Hernández sale hoy del hospital con una preciosa pareja de gemelitas en brazos y muchas preocupaciones en la cabeza y el corazón. Cursan el sexto año de matrimonio. Desde que se decidieron a iniciar su etapa reproductiva y se pusieron a intentar el embarazo, han pasado ya casi tres años. Su lucha los hizo atravesar una larga lista de expertos en problemas de infertilidad hasta que, por recomendaciones del Dr. Macías, se involucraron en un procedimiento de fertilización in vitro que ha dado los siguientes resultados:


– un par de hermosas bebitas, fruto de un feliz alumbramiento y

8 embriones que quedan almacenados en el congelador de la moderna Clínica del Parque”.

La peculiaridad del caso de la familia Hernández cada vez será más frecuente en nuestra sociedad tecnológica. El método que se utiliza para la reproducción asistida: Fertilización in Vitro (FINV) es una de las técnicas actuales por las que los padres, parejas, madres solteras e incluso abuelas actualmente pueden (gracias a la biotecnología) solicitar la realización de hijos a su medida. ¿En qué consiste este procedimiento? ¿Qué métodos utilizan los científicos para lograr estos objetivos tan inverosímiles?

Estos 8 embriones sobrantes de esta familia, fruto de la aplicación de fertilización in Vitro, se suman a los casi 400 mil embriones sobrantes que se encuentra almacenados en EUA. En Gran Bretaña, tras un debate en torno al futuro de los embriones congelados el Gobierno autorizó la destrucción de unos tres mil embriones. En España se calculan más 6.000 embriones congelados, de los cuales mil han superado el tiempo de conservación previsto por la Ley.

“Éste es el siglo de las células”. Los resultados son preliminares, pero apuntan a una transformación de medicina. Esta llamada “revolución científica”. ¿Esto es simplemente una revolución que necesita tiempo, apertura mental para que el nuevo paradigma o forma de definir sobre lo qué es la vida o lo que no, o sobre las decisiones de cómo y con qué medios utilizar estas células embrionarias vaya evolucionando y cambie de tal manera, que en quizá menos de 10 años podamos decidir sobre nuestro destino y el destino de los otros de manera absoluta?


Las cuestiones éticas sobre los embriones sobrantes no óptimos resultado de FIV o la posibilidad de utilizarlos para fines terapéuticos o reproductivos suscita ahora muchas interrogantes que quedan abiertas: ¿hasta dónde el estado pueda crear o destruir a sus propios ciudadanos como fruto o resultado de un proyecto político y con miras no inherentes a su identidad?

En realidad, la única solución coherente con las premisas de los procedimientos octogenéticos es la de sustraer a los niños producidos con tales técnicas a cualquier acogimiento familiar. Entonces habría que deducir que el Estado que los ha hecho nacer pretende utilizarlos no como sujetos jurídicos, portadores de una específica identidad personal, sino como meros sujetos biológicos, proyectados con miras no inherentes a su identidad.

¿Qué consecuencias tiene todo esta manipulación de embriones en la sociedad?, ¿No es acaso la un progreso continuo porque cada vez es más fácil y más barato "crear" hombres o mujeres, según gustos, tal como lo predijo Aldous Huxley (nieto, por cierto, de un biólogo ) en Un mundo feliz?


¿Qué actitud podemos tomar ante el dolor que nos provoca el prójimo?

Muchas veces los dolores más profundos no siempre provienen de la naturaleza, sino de otras personas que conviven de manera más cercana a nosotros: nuestro esposo, hijos, padres, compañeros del trabajo, amigos etc, que por sus limitaciones y defectos nos provocan desavenencias, malos entendidos, accidentes etc. ¿Quién no conoce casos donde por culpa del descuido de una persona se incendia una casa? o ¿cómo reaccionar ante constante mal humor de una vecina? o ¿cómo incluso perdonar al que me ha criticado en el trabajo?

El deseo intrínseco de hacer justicia por nuestra propia mano, es una especie de instinto que vemos ya desde culturas antiguas (con la ley del Talión) hasta nuestros días (con las guerras). En cambio la experiencia de perdonar al otro, no sólo beneficia al otro y a la sana convivencia entre las personas, sino a nosotros mismos: “si en cierto sentido le hacemos un bien a esa persona (liberándola de una deuda), ante todo nos hacemos un bien a nosotros, pues recobramos la libertad que el rencor y el resentimiento estuvieron a punto de hacernos perder. En cambio, cuando guardamos rencor a alguien, no dejamos de pensar en él; nos inundan sentimientos negativos que agotan gran parte de nuestras energías; y se produce un en la relación que no nos deja ni psicológica ni espiritualmente disponibles para vivir los demás aspectos de nuestra vida”

Hay que ser realistas y dejar de soñar, de una vez por todas, con una vida sin dolor y sin lucha. Una actitud así nos introduce en la realidad y nos ahorra muchas energías: las mismas que gastamos quejándonos, exigiendo que las cosas sean diferentes, soñando con imposibles. Otro principio por el cual debemos partir es que la vida y la muerte son un misterio. Al igual que nadie nos preguntó si queríamos venir a esta vida, así pasa con el dolor. Si nos sabemos seres mortales, contingentes y necesitados debemos estar abiertos a una realidad más alta: la existencia de Dios como un padre que al igual que nos dio la vida, que es muy buena pero que por ser intrínsecamente terrenal conlleva necesariamente el dolor y la muerte. Así podemos decir que en la vida cotidiana nos acompañan “pequeños dolores” como parte de la existencia que se presentan a modo de “retos”.

La actitud que propongo ante las imperfecciones de los otros y las decepciones que nos causan no es ni la de un “pusilánime” ni tampoco la de un insensible sino la actitud de establecer una relación que no se limite a la búsqueda inconsciente de satisfacer nuestras propias necesidades sino que tienda a hacerse un amor puro y desinteresado y el perdón lo decidimos nosotros mismos.

Anticoncepción y aborto

Ninguna persona que aborte lo hace porque desee matar a personas. Tampoco aborta porque desee que esa persona concreta no nazca. Sino que lo hace exactamente por la misma razón por la que se elige la anticoncepción: porque desea eliminar las consecuencias procreativas de su comportamiento sexual y no está dispuesto asumir la responsabilidad de que se produzcan.

Abstenerse de causar la anticoncepción (absteniéndose del acto sexual que la causa) no atenta contra ese principio.

El comienzo de mi amor por la música

A los 10 años solía reunirme con vecinos para “andar” en bici, jugar fútbol, juegos de mesa y de vez en cuando tomar helados en el verano, e incluso estudiar las matemáticas y leer algunos cuentos.

Los días cotidianos eran tan ruidosos como es natural en una familia numerosa… Por las noches solíamos escuchar a mi hermano interpretar varias piezas en el órgano. Y de vez en cuando, asistíamos a recitales donde mis 3 hermanos (los medianos) tocaban de una manera peculiar: “-“improvisando”.

Lo que más le gustaba era observar los ágiles y virtuosos dedos de su hermano Humberto tocar el “órgano” de su casa. Ella escuchaba con placer la música interpretada y compuesta por él mismo. Así los doce años decidió comenzar el estudio de este arte. Así comenzaron de igual manera sus recitales y esa satisfacción de interpretar música ante un público.

Sanfermines


Se siente como tiembla el suelo. A lo lejos se comienzan a divisar los primeros corredores, varones todos, a excepción de una o dos mujeres valientes. Luego 3 vaquillas, más gente, otras 5 vaquillas y al final un toro veloz.

Me acerco velozmente al interior de la plaza, esquivo a otro borracho dormido en el suelo. Me trepo en el barandal y comienza la función. Gritos, emoción, adrenalina… Los gritos y entusiasmo de la multitud acompaña a los valientes en este peligroso deporte. Ya son 3 o 4 jóvenes y algunos no tan jóvenes a quien el toro lastima con sus cuernos. Desde lejos sólo parecen muñecos de goma que se caen, se voltean y luego vuelven a levantarse.

Otros desafían la violencia del toro y lo incitan con un pequeño golpe en el trasero o jalándoles la cola. Otro incluso logra saltar al animal completo y agradece a la multitud sus aplausos. La gente grita y se alborota cuando observa al toro irse contra diez o doce personas que aguardan a los costados de la plaza. Sólo se ve como se dispersan y al final de nuevo se observa el contraste de la audacia y valentía del hombre contra la violencia siempre bruta, determinante pero a la vez exitante del toro.

¿Quién será la causa de mis alegrías, motivo de mis preocupaciones y recuerdo de mis perdiciones?


Casco Viejo es una especie de reminiscencia de vuelta a casa. Casco viejo, me trae muchos recuerdos: la violinista que toca desde Paganini hasta Mozart; la catedral que combina un estilo gótico y medieval; el Ayuntamiento donde se espera el chupinazo que marca el inicio de los San Fermines, los pequeños comercios de carnes frías, zapatos o lácteos de la mejor calidad; los perros de todo tipo de razas que pasean por allí, la plaza “Caballo Blanco” donde se puede apreciar toda la ciudad, el río que se encuentra bajo esta última plaza.

Libertad máxima


Christopher comenzó su viaje en una actitud de búsqueda, de apertura, de trabajo. Él intuía que lo que necesitaba para sobrevivir y disfrutar la belleza de la selva, del campo, del desierto y de la ciudad. Durante sus viajes escribe: “Así son las cosas aquí, y también sé que en la vida no es necesario ser fuerte sino sentirse fuerte. Imaginarse una vez, encontrarse al menos una vez en la más antigua de las condiciones humanas, enfrentando una fuerza arrolladora solo, sin ninguna ayuda excepto tus manos y cabeza”.

Así son las cosas en el mundo, se fortalecerá destruyendo los malos recuerdos, se fortalecerá, convirtiendo los errores en oro.

APATÍA


Llano (2001, p. 110). "Para arriesgar la vida, la virtud más necesaria es, paradójicamente, la sobriedad, la templanza. Porque el exceso de comodidades y satisfacciones materiales embota la imaginación y la facultad de sorprender y dejarnos sorprender. Mucho más interesante que ese estado en el que , es la actitud de estrenar la vida cada día, de no dejarse atrapar por la rutina y la mediocridad".
El diablo es conservador.