jueves, 13 de febrero de 2014

Poseer un buen carro no es pecado; la envidia
o tristeza del coche ajeno sí lo es.



Comprendo la indignación que puedan sentir los pobres al constatar que mientras unos compran perros de dos mil dólares; sus niños sólo tomen té en lugar de leche. ¿Cómo resolver el problema de la pobreza? Muchos creen que la solución es que los ricos y poderosos repartan su dinero entre los pobres; otros que el gobierno la reparta equitativamente para lograr la igualdad.

El problema de la desigualdad, la pobreza y la injusticia, es decir, un problema social como es el hambre no se resuelve con la comida, o el aspecto material. El ser humano trabaja, inventa, y crea a partir de una curiosidad genuina por aprender, comprender el mundo y a sí mismo, o incluso para dar solución a un problema. Los seres humanos no somos simples animalitos motivados únicamente por un salario que nos dará comida, aunque ésta sea necesaria e imprescindible para vivir, no es suficiente para emprender un sueño: negocio propio, ideal, una cura contra el cáncer, o resolver un conflicto social.

La película “Lluvia de hamburguesas” propone una solución altruista y equitativa para todos y eliminar el hambre. La película también nos muestra las consecuencias: si la gente recibe gratis y abundante la comida la desperdicia; el comunismo de Cuba, Polonia y Rusia también nos mostró las consecuencias al racionar la comida: el aburguesamiento, mediocridad y tedio ante la vida.

¿Por qué sucede esto si la comida es material y los números no mienten? Cuando hablamos de seres humanos no se puede pensar en términos aritméticos. Es común escuchar opiniones de las personas como: “El presidente debería compartir el dinero entre los ciudadanos o que el Papa distribuya “su tesoro” entre los pobres. Las consecuencias de estas propuestas no han funcionado porque se olvidan de que el ser humano es un ser libre: que puede decidir trabajar o no; auto-motivarse o no; soñar o quejarse; emprender un negocio o conformarse con algo seguro; de ser creativo o dejar de soñar.


No pretendo entablar un debate política de ideologías de izquierda o derecha; capitalistas o socialistas; feministas o patriarcado; ricos y pobres; empresarios y asalariados; religiosos o sectarios. Sólo quiero reflexionar y preguntarles a los partidarios de Marx: ¿creen que la única manera de resolver los problemas económicos es mediante la agresividad, los plantones, marchar desnudos, señalando a los empresarios, políticos o autoridades eclesiales como los causantes de la desigualdad y pobreza en México?, ¿Por qué en lugar de buscar un chivo expiatorio causante de todo mal no cambiamos nosotros mismos: nos levantamos más temprano, proponemos soluciones, colaboramos, evitamos dar mordidas, manipular o chantajear y vamos implantando una cultura de colaboración, empuje, ayuda social, diálogo, escucha, evitando la envidia que nada nos aporta?

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