viernes, 14 de febrero de 2014

“Libertad máxima, un extremista, un viaje ante el solitario, cuyo hogar es el camino”

CAMINO SALVAJE


La vida es realmente una aventura. La cantidad de adrenalina depende de la dosis que cada uno decide ponerle. En algún momento de nuestras vidas hemos buscado la libertad y la posibilidad de probarnos a nosotros mismos que somos capaces de sobrevivir ante circunstancias adversas, desconocidas e incluso peligrosas.

Hay quien dice que ciertamente gran parte del éxito de una acción radica en la capacidad de calcular nuestras las posibilidades reales para llegar a realizar esa acción. Ese cálculo se funda en la confianza en nuestras capacidades. Sin embargo, el dolor es otra forma que nos impulsa a perder ese que a veces nos paraliza. El sufrimiento puede también lanzarnos a pensar en otras posibilidades fruto de la creatividad que en vez de hundirnos en resentimiento y depresión, nos ayuden a madurar.

Christopher McCandless, es un joven que a pesar de tener un pasado de sufrimiento y dolor: presenciar el continuo odio entre sus padres, decide enfrentar la situación y encontrar una salida. Christopher se crió en un ambiente de violencia, ambición y traición. “Desde que teníamos uso de razón, vimos explosiones de ir en la casa, nos vimos forzados a presenciar, siempre muy real, pero también era como un teatro, nos daban el papel de jueces y acusados”.

Más tarde, recordará como si él estuviera en el lugar de los hechos: “Están a punto de graduarse, están a punto de casarse, son jóvenes, tontos, sólo saben que son inocentes, que jamás lastimarían a nadie. Quiero acercarme y decirles alto. No lo hagan Es la mujer equivocada, es el hombre equivocado. Harán cosas que cosas que jamás imaginaron que podrían hacer, le harán daño a niños, sufrirán de formas inimaginables, desearán morir. Quiero acercarme ese día de mayo, pero no lo hago. No lo hago, quiero vivir, los acerco como dos muñecos de papel y los hago chocar entre sí como dos pedernales. Pero no lo hago. Hagan lo que tengan que hacer. Yo lo contaré”.

Ciertamente, él no es precisamente fruto de un amor, sino de una pasión que junto con el odio y engaño termina en una traición que destroza su identidad. A pesar de eso Christopher “empuña decididamente el curso de su propia vida y se convierte en decido protagonista de la propia existencia”[1]. Al emprender un viaje a lo salvaje, siente un aire de libertad, de aventura y de ganas de vivir que lo impulsa a realizar acciones extraordinarias. “No puede negarse negar que ser libres siempre nos ha llamado la atención. Lo asociamos con escapar de la historia, la ley, de las responsabilidades”. Él disfrutar de esa libertad, decide asumir su pasado y su futuro. El viaje que emprende, no es una huída, sino más lo “convierte en una tarea para sí mismo, como autor de su propia vida, quien no ha cejado en la indagación encaminada a ir descifrando los enigmas de su existencia”[2].

Al principio no sabe exactamente a donde ir. Viaja durante dos años por varios ambientes y es en este transcurso se va forjando su destino: Alaska. El sufrimiento personal y el vacío de una sociedad consumista y utilitarista, lo instan a pensar en el peligro de vivir una vida cómoda e inútil. Sabe que “para arriesgar la vida, la virtud más necesaria es, paradójicamente, la sobriedad, la templanza. El exceso de comodidades y satisfacciones materiales embota la imaginación y la facultad de sorprender y dejarse sorprender. Mucho más interesante que ese estado en el que , es la actitud de estrenar la vida cada día, de no dejarse atrapar por la rutina y la mediocridad. Sabe que no sentir ni padecer es una de las mayores desgracias que a uno le puede deparar la vida”[3]. El desprendimiento de cris era inevitable, y así llegado el momento lo haría con falta de mesura.

Christopher comenzó su viaje en una actitud de búsqueda, de apertura, de trabajo. Él intuía que lo que necesitaba para sobrevivir y disfrutar la belleza de la selva, del campo, del desierto y de la ciudad. Durante sus viajes escribe: “Así son las cosas aquí, y también sé que en la vida no es necesario ser fuerte sino sentirse fuerte. Imaginarse una vez, encontrarse al menos una vez en la más antigua de las condiciones humanas, enfrentando una fuerza arrolladora solo, sin ninguna ayuda excepto tus manos y cabeza”.

Durante el viaje, su fortaleza, su imaginación, y su empeño por lograr su objetivo en la vida se van concretando. “El ser humano es un buscador nado. Nada está hecho. Todo se lo ha de agenciar. Por eso a veces vivir resulta cansado”. La soledad, el hambre y la desesperanza también lo acompañan, sin embargo por encima de eso está la propia libertad que lo hace insta a buscar algo que verdaderamente lo trasciende: “Ahora después de 2 años errantes, llegar una máxima aventura final, la feroz batalla para asesinar al ser falso eterno y concluir finalmente la revolución espiritual”.

Esta aparente soledad que sufre ante el reto de enfrentarse ante lo salvaje de la naturaleza, lo va acercando de una manera más profunda con las personas que se va encontrando en su camino a quienes les va dejando verdaderamente una huella en sus vidas.

[1] Llano Alejandro, La vida lograda, Ariel. P. 195.
[2] Llano 22
[3] Llano, El diablo es conservador. 101.

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