martes, 10 de diciembre de 2013

¿Existe un amor para siempre? (segunda parte)

 Emily: ¿Entonces el amor matrimonio exige mucho: soportarse mutuamente, superar las dificultades, cumplir con obligaciones? No suena muy divertido….
Cristina: No siempre la vida es divertida. No se puede hablar de amor sin un mínimo de justicia. La felicidad del hombre no está en la liberación de todo vínculo o como dicen en las revistas “A los 40’s sin ataduras”.… El amor verdadero impulsa a servir, a entregarse a la otra persona y no dejarle nunca más.
Emily: ¿De verdad estos son los deseos más profundos? ¿Entonces cómo superar las debilidades y flaquezas de nuestra naturaleza?
Cristina: Es verdad, quizá hoy sentimos gran pasión por una persona, mañana, quizá por otra. Por eso, no bastan los meros sentimientos o promesas clandestinas. Hace falta llegar a comprometerse cara a la sociedad con implicaciones jurídicas y para quienes son religiosos o tienen fe contar con la ayuda de Dios.
Emily: Entonces, ¿estar casado significa…?
Cristina: “Yo te quiero verdaderamente, y siempre quiero quererte. No sé todo lo que pasará a lo largo de la vida. A lo mejor, hay tentaciones y conflictos. Pero tengo la voluntad de superarlas, y para probártelo, te doy una promesa”.
Emily: Esto me recuerda a Ulises y su promesa de regresar con Penélope. Muchos navegantes se dejaron seducir por los cantos de las sirenas y nunca volvían con sus esposas; sin embargo, Ulises conocía el peligro y también conocía las flaquezas de la naturaleza humana. Por eso, quiso que sus compañeros le ataran al mástil de la nave y a pesar de escuchar su canto maravillosos, éstas no pudieron seducirlo. Fue el único que volvió a casa después de 10 años.
Cristiana: ¡Exactamente! Hasta el más acérrimo crítico del matrimonio, si es sincero consigo mismo, anhela tener alguien en quién poder abandonarse completamente, alguien siempre esté con él, pase lo que pase, que confíe en él también cuando todo está en contra suya: también cuando sufre fracasos y enfermedades, cuando se hace mayor y más débil.
Emily: ¿Qué pasa con todas las personas que están en contra del matrimonio?
Cristina: Muchas no rechazan el matrimonio en sí, sino un tipo de matrimonio lleno de mentira y traición tras una imagen respetable. En realidad lo que rechazan es que se utilice a alguno de los dos como mero instrumento de placer, o una exagerada dimensión jurídica, o exigencias morales diferentes para hombre o mujer, o quizá una exclusividad excesiva… diversos defectos y excesos del matrimonio.
Emily: ¡Y lo peor de todo es que lo pasan de generación en generación porque así educan a sus propios hijos!
Cristina: Exactamente, por eso, ¡hay quienes buscan nuevos caminos con más interioridad y autenticidad y menos pose! Sin embargo, muchos terminan en la confusión. En una palabra el amor no está pasado de moda pero tampoco debe ser acartonado; lleno de mentira y falsedad, viviendo del aspecto externo del “qué dirán”. No se trata de vivir un matrimonio burgués.
Emily: ¿Y qué me dices de la espontaneidad? ¿No se pierde con tantos años?
Cristina: El amor espontáneo puede ser muy apasionante, pero queda inmaduro, si huye de la entrega definitiva. El amor verdadero debe vivirse y adaptarse a nuestro tiempo… es una lástima que haya tan pocos ejemplos que es difícil creer que exista pero es un desafío, sobre todo en época de crisis.
Emily: ¿Como las crisis que nosotros mismos vivimos: en la niñez, adolescencia y juventud?
Cristina: Así es, pero las crisis traen consigo un cambio y puede ser un cambio hacia una madurez mayor, hacia una confianza más plena entre pareja.
Emily: ¿Y cómo hacerle? ¿Existen consejos, prácticas ya experimentadas por otros?
Cristina: Claro que sí.
1) Un amor decido al momento de casarse de por vida y tienen la firme voluntad de comprometerse a pesar de cualquier crisis, dispuestos a perdonase y soportar desilusiones.
2) Respeto mutuo: la vida en común no significa vivir una vida de “siameses”. Para llegar a una profunda unidad es necesario seguir siendo dos personas individuales con sus proyectos, independencia, derechos y deberes propios.
3) Apertura a la vida. Un matrimonio que no hay lugar para nadie más termina por cansarse y amargarse. La unión sexual no se puede entender exclusivamente a la procreación; como tampoco pueden considerarse como objetos de placer. En ambos casos se instrumentalizan mutuamente. El tener hijos convierte al matrimonio en una familia. Los hijos traen consigo desorden e incomodidades. La pareja “deja de dormir como antes” pero también existe una felicidad más profunda que la que el dinero o el éxito puedan brindar.
4) Sentido del humor. Un día sin reír es un día perdido. Hay personas que hacen una tormenta en un vaso de agua, en cambio quien ha recibido amor puede abrirse a los demás de manera más natural y sencilla.
5) Con respecto a la mujer. ¿Quién es la mujer emancipada? ¿La que trabaja fuera de casa? La ama de casa no tiene que pensar como en el siglo XIX. No importa aquí en dónde sino el cómo lo hace, la actitud sin importar lo que opinen de vida. El ama de casa tiene el peligro de quedarse en el “chisme de lavadero” o de “aferrase a sus hijos” donde no encuentre sentido a su vida sino es en referencia a sus hijos; sin embargo, ser ama de casa no significa dejar de leer, cultivarse, influir en la sociedad… Cuando las feministas radicales hablan del “encadenamiento a la casa” o experimentan el nacimiento de un niño como una carga se debe en parte de la incomprensión del medio y en parte, a estructuras sociales injustas.
6) Con respecto a los varones. Las mujeres se sienten esclavizadas porque es difícil compaginar un trabajo y la casa; por eso los hombres deben reconocer el compromiso en la casa y en el cuidado de los niños. Limpiar, lavar y barrer no es una “ayuda”; tampoco se trata de repartir en forma matemáticamente equitativa los quehaceres… cada matrimonio y caso es única e irrepetible, además que no está tan esquematizado los roles como antes.

Emily: ¡Qué interesante todo lo que me dices! No hay cómo saber en cada caso qué conviene, y sobre todo mucha flexibilidad. Más que roles o trabajos concretos, hay que tener un amor sincero al cónyuge y a los hijos y tener la disposición de ayudar a llevar las preocupaciones del hogar y la educación de los hijos. Sólo así las familias podrán llegar a ser felices y nadie podrá decir que el matrimonio es una utopía. 

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