martes, 10 de diciembre de 2013

¿Unión libre o libremente unidos? Introducción

(Basada en la obra de Jutta Burggraf)  

Emily: ¡Qué escándalo! ¿Dónde quedó la familia de papá, mamá e hijos? En tiempos de mis abuelos todo era tan pero tan normal… ahora con tanto depravado: madres solteras con hijos bastardos, parejas viviendo “arrejuntados” y qué decir de las parejas del mismo sexo. ¡Definitivamente ya no hay valores!
Cristina: ¡Ya bájele por favor! La situación de hoy no es tan original, no viva sólo en el pasado glorioso y el hoy lleno de calamidades. Ya Platón (seis siglos antes de Cristo) concibió en la “Política” un estado ideal en el que no debe haber nada privado. En él incluso las mujeres y los niños tienen que ser “comunitarios”; también en algunos romanos se encuentra un claro desprecio hacia la familia. Ya lo decía Ovidio: “Sólo un hombre desmesuradamente tonto se siente herido cuando su esposa comete adulterio. Este hombre no ha entendido lo que significan las buenas costumbres”; más adelante, en el siglo XIX, para los filósofos románticos el matrimonio es para el amor; en cuanto se acabe la chispa del erotismo el matrimonio deja de tener sentido. En cambio para los socialistas y marxistas la mujer se casa para que tenga “su casita y su manutención segura”. En este contexto se acepta que el hombre al trabajar y ser proveedor podrá gozar de “libertades” para visitar de vez en cuando a prostitutas; mientas la mujer debe ser sumisa y obediente por su dependencia económica a su marido. 
Emily: ¡Qué barbaridad! ¡Pero cuánta injusticia! Tener que soportar toda la vida un hombre infiel sólo por no ser autosuficiencia y encima cuidar a los chamacos…
Cristina: Así lo concibió en el siglo XX Simone de Beauvoir, quien lucha abiertamente contra el matrimonio y la familia, porque los concibe como una evidente imposición patriarcal y lamenta “la esclavitud que se impone a la mujer con los hijos”. Las mujeres que la siguen perciben la heterosexualidad como un dogma y consideran al embarazo como una atrocidad. (Sulamith Firestone).
Emily: ¿Tanto así? ¿Qué tanto de esto es verdad?
Cristina: Pues mira, en Arabia Saudí de los lyélas consideran a sus esposas como la más importante de sus herencias. Ellos dicen: “Te dejo mi tierra y mis mujeres”; pero si ir más lejos hoy en día la mujer es presentada en muchos carteles publicitarios, películas, revistas del corazón, en Internet como un elemento decorativo o de exhibición sin mucho cerebro. Y si se dedica a cuidar a sus hijos en casa no se le valora.
Emily: Es verdad, vivimos en un mundo donde mientras padre e hijo varón ven la tele, la madre y la hija cocina; o si trabaja medio tiempo se le exige y reclama que su casa no está reluciente como es debido… Definitivamente, vivimos en una crisis…
Cristina: Crisis o reto. Depende cómo lo veas. Ida Friederike dice “que desde hace tiempo el matrimonio se encuentra en una fase de transición… de ser meramente una institución jurídica, social, económica y moral hasta ser una decisión espiritual.
Emily: ¿Casarse o no casarse?: ésa es la cuestión...Con tantos divorcios… uno realmente comienza dudar de esta institución.
Cristina: La respuesta dependerá cómo la vivas o percibas…. Efectivamente, una institución corrupta nadie la aguanta……

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